Columna creativa de Carina Michelli
ALQUIMIA NATURAL:
UN POEMA TRENZADO LLAMADO CHAGUAR.
En el universo deco, conectar lo ancestral con lo contemporáneo y lo artístico con lo útil encuentra en el chaguar un verdadero prodigio. Fibras resistentes, entretejidas con manos sabias, cruzan siglos de historia para llegar a nosotros en forma de objetos únicos, cargados de autenticidad.
Originario de las comunidades wichí del norte argentino, no es solo una planta. Es cultura, es identidad, es alquimia viva. Su transformación comienza con la recolección respetuosa de las artesanas en el monte, al que ingresan sin otros elementos más que su propio cuerpo y un machete, siguiendo técnicas transmitidas de generación en generación.
Las fibras se procesan artesanalmente, se tiñen con pigmentos naturales y se entrelazan en diseños que parecen tener vida propia. Tapices, caminos de mesa, cuadros, almohadones y mucho más. Son piezas que hablan. Y me encanta lo que susurran.
Es una fibra noble que no necesita exhibir ostentación porque su belleza radica en la pureza de su origen. Cada hebra cuenta una historia que va más allá de las tendencias; es un homenaje al monte, a las manos que la moldean, al trabajo paciente.
Cuando elijo algún artículo de chaguar para mi casa o para mi tienda, siento que estoy haciendo mucho más que decorarla. Estoy encantando el ambiente con la esencia de lo humano, con una estética que privilegia lo simple, cargada de sentido. Es una elección consciente. Es apostar por lo duradero, por la conexión con raíces que nos recuerdan un ritmo de vida más depurado, más respetuoso. Toda creación en chaguar lleva consigo los tonos del monte y los rastros de los pigmentos extraídos de cortezas y hojas, con esa energía que tiene lo concebido con amor.
Es versátil. En un espacio minimalista, aporta calidez y carácter, rompiendo la frialdad de las líneas puras. En ambientes más rústicos o eclécticos, se convierte en un punto de encuentro entre culturas, sumando textura e historia a la composición. Pero hay algo más. Elegir chaguar es también participar de una economía que valora el trabajo artesanal y promueve la sustentabilidad. Al adquirir una pieza no solo embellecemos nuestro hogar; ayudamos a comunidades a preservar su cultura y sostener su vida. Es un lujo que nos damos, trascendiendo lo material.
Es, a la vez, un símbolo de la tradición. Los varones al cumplir los 8 o 9 años reciban una bolsa de chaguar por parte de su madre u otro ancestro femenino, como puerta de ingreso al mundo adulto de los cazadores y pescadores. Pero además, ocupa un lugar destacado en el rito de iniciación femenina; según la cosmovisión mítica, las primeras mujeres descendieron del cielo al mundo de los varones a través de sogas trenzadas de chaguar.
Sin dudas, ya tiene su lugar ganado en la alta decoración gracias a esa magia que solo tienen los objetos que trascienden lo utilitario, que conectan con lo genuino y nos acercan a lo esencial. Porque, al final, decorar también es una forma de honrar la vida. Una de las más bellas.
Cada pieza nos habla en voz baja. Su sutileza nos envuelve. Y su pasado nos emociona. El chaguar es, para las almas atentas, un verdadero poema tejido.
@carina.michelli