Columna Creativa de Alejandra Echávarri
Que se haga la luz
«… Y dijo Dios: que se haga la luz, y la luz se hizo. Y vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas. Y entonces llamó a la luz “Día” y a las tinieblas “Noche”. Y así se convirtió la tarde y la mañana en un solo día …»
Génesis.
La luz es un elemento trascendental en nuestra evolución, y el hombre primitivo la descubrió hace más de 10.000 años, logrando producir fuego para calentar su cuerpo y alumbrar así las cavernas.
Posteriormente, entre los siglos XII y XIV a. C., fueron los egipcios quienes descubrieron las velas. Estas primeras fueron hechas con sebo de bueyes o cordero e iluminaban muy bien, pero tenían muy mal olor.
Y no fue hasta 1850, a partir del descubrimiento del petróleo, que se empezaron a fabricar con parafina, tal cual las conocemos hoy en día. El gran salto lo dio Thomas Edison en 1879, cuando consiguió iluminar una bombilla incandescente con energía. Lo que está claro es que dependemos de la luz, y esta tiñe el cómo percibimos la realidad. Es tan así que una misma situación o persona es percibida armónica, bella o, por el contrario, poco atractiva según la luz del momento.
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